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En el panorama actual de ciberseguridad, el punto más débil de una organización no siempre está en su infraestructura, sino en las personas que la integran. La ingeniería social ha demostrado ser el vector de acceso inicial más común en los incidentes analizados por la Unidad 42 de Palo Alto Networks, responsable de iniciar más de un tercio de los casos investigados en el último año.
Esta tendencia refleja un cambio importante: los atacantes ya no dependen únicamente de vulnerabilidades técnicas, sino de la manipulación estratégica de la confianza humana. El impacto no es menor: desde la exposición de datos confidenciales hasta la interrupción completa de operaciones críticas.
De la persuasión al engaño avanzado
Si bien el phishing sigue siendo la táctica predominante, la ingeniería social está adoptando formas cada vez más creativas y difíciles de detectar. Los delincuentes combinan la suplantación de personal interno con llamadas de voz, mensajes dirigidos y técnicas diseñadas para explotar la rutina y el exceso de confianza.
A este escenario se suma un nuevo factor: la inteligencia artificial. Herramientas de IA permiten crear mensajes y audios casi indistinguibles de los reales, generar identidades sintéticas para campañas específicas e incluso automatizar tareas de intrusión complejas. El resultado son ataques más rápidos, más realistas y con un alcance mucho mayor.
La Unidad 42 ha documentado dos grandes modelos en auge: ataques de alto impacto dirigidos a personas clave en tiempo real, y campañas masivas que combinan falsos avisos, envenenamiento de buscadores y trampas distribuidas en múltiples plataformas. Ambos comparten un objetivo común: imitar actividades legítimas para sortear los controles de seguridad y lograr accesos críticos sin necesidad de malware sofisticado.
La verdadera vulnerabilidad: la confianza
La ingeniería social persiste porque se apoya en tres puntos débiles recurrentes: permisos excesivos, brechas en la visibilidad de comportamientos sospechosos y confianza ciega en procesos internos. Esto permite que actores maliciosos utilicen los mismos protocolos de soporte técnico, recuperación de identidad o aprobación de accesos que los equipos utilizan a diario, pero con fines ilícitos.
La respuesta no puede limitarse a capacitar a los usuarios. Es necesario reconocer que la ingeniería social es una amenaza sistémica que exige visibilidad continua, detección proactiva de uso indebido de credenciales y procesos de validación robustos para todas las interacciones, incluso las que aparentan ser rutinarias.
Adaptarse para resistir
En Nova, recomendamos adoptar un enfoque que combine tecnología avanzada con disciplina operativa. Las soluciones de Palo Alto Networks ofrecen capacidades como detección y respuesta a amenazas en la identidad (ITDR), análisis de comportamiento y control adaptativo de accesos, permitiendo identificar patrones anómalos antes de que se materialice el ataque.
La ingeniería social seguirá evolucionando, pero las organizaciones que reconozcan su naturaleza dinámica y adapten sus defensas estarán mejor preparadas para proteger no solo su infraestructura, sino también la confianza de sus usuarios, clientes y socios.
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